El sufrimiento no nace de una perdida en si misma, sino de la no aceptacion de la perdida. La persona no reconoce la realidad de esa falta y continua tercamente, obsesivamente aferrada a ella. Por lo tanto en sus momentos de lucidez intentara´ magistralmente querer torcer el pasado, manipularlo de cualquier modo para poder borrar y escribirlo de nuevo y dejarlo tal cual estaba, perfecto, inmaculado, intachable en su mente. Ninguno de esos adjetivos son reales pero el los idealiza de es manera, por ello su negacion rotunda a la perdida. Ese mismo aferrarse a lo que ya no es, le lleva a proyectar en los demas lo que fue su propia actitud desacertada, culpando asi de todo daño, de todo error o de cualquier descuido o desinteligencia a aquella persona que mas cercana se encuentre y mas probabilidades de sometimiento presente.
Alli traslada indiscutiblemente todo su bagage de culpa al otro persistentemente, obsesivamente sin piedad.
Demostrado queda entonces que la persona que sufre de tal modo no se acepta a si mismo, siente que ha fallado y no lo tolera. Buscara´ excusarse de todo margen de error, siempre sera´externa la causalidad del abandono o perdida.
Su duelo sera´eterno, tortuoso arrastrante....degenerativo de la vida misma de interrelacion humana y espiritual.
Quien quiere controlarlo todo no se controla a si mismo. Su movil es la inseguridad, el temor, el trauma generalmente de la infancia que aun le acompaña. Superar todo ello requiere de un trabajo profundo, aspero, rispido que necesitara´ de ayuda externa, la cual debera´ tener la suficiente fortaleza de resistir los embates de ese desequilibrado ser que no resiste su realidad.
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