La indefensión aprendida es un estado psicológico en el que una persona siente que no tiene control sobre su entorno o su vida. Este estado se desarrolla después de un evento traumático o una serie de eventos que se perciben como imposibles de controlar.
La teoría de la indefensión aprendida fue desarrollada por Martin Seligman en los años 60, después de realizar estudios en los que observó que los animales que sufren abuso o aprenden que cualquier intento de escapar o defenderse es inútil, desarrollan un estado de apatía y resignación que les impide intentar escapar o protegerse, incluso cuando se presenta la oportunidad.
En el caso de los humanos, la indefensión aprendida puede ocurrir en diferentes situaciones, como en casos de abuso infantil, violencia en el hogar, acoso escolar, discriminación, fobia social o en situaciones laborales donde se percibe que cualquier intento de cambio o mejora es inútil.
Cuando una persona experimenta esta indefensión aprendida, puede sentirse impotente, desesperada y desmotivada, lo que puede llevar a la depresión y la ansiedad.
También puede llevar a la persona a creer que su situación es permanente y que sus acciones no tienen impacto, lo que puede llevar a la apatía y la falta de acción.
Es importante destacar que la indefensión aprendida es un estado psicológico y no una condición permanente. Con el apoyo adecuado, la persona puede recuperar el sentido de control y confianza en sí misma. La terapia cognitivo-conductual y otras formas de terapia pueden ser útiles para superar la indefensión aprendida.
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