El narcisista siempre tendrá sus idas y venidas, sus ritmos cambiantes y su humor seguirá el ritmo de su volcán interno.
Cuando te casas con un narcisista, creerás haber sacado la lotería, creerás haber ganado el cielo, y llorarás de la emoción.
Al poco tiempo descubrirás que las palabras más crueles vendrán de su boca, y las humillaciones más grandes también.
Descubrirás que no importa cuánto le des, nunca será suficiente.
Serás la culpable de todas sus desdichas y a la vez responsable de sus somatizaciones.
El adorado amante se convertirá en tu verdugo, tu carcelero y tu amo.
Te oscurecerás como el ocaso, y en pocos años olvidarás quién fuiste.
Deberás ser más fuerte que una roca para seguir a su lado, y aún así la erosión será imponente.
Si eres de las que siguen ¨hasta que la muerte nos separe¨, le darás la mano incluso al caer del abismo, y serás madre y esposa por siempre.
PD: no tengas hijos con un narcisista, evítale ese dolor emocional extremo, porque la competencia será feroz o lo será el sometimiento.
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