No todos los mentirosos actúan igual, existen grados y conductas variadas. Como en todos los humanos existen mentirosos torpes y mentirosos hábiles.
El torpe es el más fácil de identificar, su relato está muy distante de su apariencia o situación, no existe un contexto coherente y tampoco un hilo continuo en su relato.
Hace muchos gestos, se ríe torpemente, no te mira a los ojos mas bien que mira su zapato mientras raspa el suelo con él.
Puede apretar sus puños fuerte dentro de sus bolsillos o revolear sus pies sin control mientras está sentado.
Se equivoca mucho, olvida el hilo conductor de su falsa historia, y la cuenta diferente cada vez.
Siempre se le descubre, y se enoja, se ofende y te ataca vulgarmente.
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El hábil como todas las personas calculadoras e inteligentes se cuidará mucho de no demostrar que está mintiendo.
Te mirará seguramente a tus ojos hasta el punto de turbarte.
No hará muchos gestos y hablará poco.
Será más frío y ecuánime.
Irá dos pasos antes que tu en su elaboración.
Será difícil de descubrir a menos que quiera que lo descubras.
Existe una patología de la mentira llamada mitomanía, es el mentiroso compulsivo, no puede evitarlo, miente sin control, no puede parar y termina preso de sus propias mentiras.
Es más fácil contar una verdad por más desagradable o patética que sea, que vivir una vida de autopersecusión y estrés patológico ocultándola.
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Autor: Adriana Muñoz/ Dra. Amor y Vida
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