Puedes encontrarte en la situación de que uno de tus hijos no deja de llamar la atención de una manera grosera, impostora y obsesiva. Lo hace contigo y también con los demás.
Te puedes haber sentido asfixiado por sus reclamos y mal genio a veces siendo testigo de malos tratos por parte de este con los más pequeños.
Los niños que obligan a prestarles atención de una manera descontrolada, sienten que ejerciendo el poder es la única manera que tienen de llamar la atención.
Algunos te doblan la cara de mal modo para que los mires, gritan, lloran, pegan y hasta muerden!
(No estamos hablando en la situación de unos padres que no separan sus caras del celular, ese es otro tema lamentable).
Qué hacer?
Hay que dejarles claro que esa conducta es inaceptable, pero decirlo de una manera clara, sin agresividad, sin maltrato, simplemente de una manera asertiva, pero firme, dejarle saber que no necesita de todo ello para obtener atención, pero si debe aceptar que existe espacio para todos y recibirá la atención cuando lo requiera y no de un modo invasivo y monopólico.
Cuando se comportan de ese modo no es porque sí, han aprendido estas conductas a través del tiempo, y cuando los padres tratan de terminar con eso gritando de la siguiente manera: No hagas eso! más un manotazo o un sarandeo, le están enseñando que de ese modo puede aprovecharse de los más chiquitos o los más sumisos con pura agresión.
Imagen de Kristina Zaturovska from Pixabay.
Algo hay dentro de ese niño o niña que necesita encontrar armonía. Los psicólogos pueden ayudar pero los padres deben dar el primer paso como ejemplo para no entregarle a sus hijos modelos de conducta desproporcionados.
Los niños tratan de apagar todos sus volcanes internos con esas reacciones exageradas.
Son imitadores, no nacen malos ni rebeldes, lo van aprendiendo con el tiempo. Escuchan y ven en su casa algunas reacciones que le parecen útiles para conseguir lo que quieren e intentan ponerlas en práctica e imponerlas.
Cuando se vuelven obsesivos y los padres les complacen todo para sacarse de arriba las pataletas, o la presión, les están imprimiendo esa conducta y enseñandole que ese es el camino. Pataleta, premio, pataleta, sarandeo, premio, pataleta, gritos desesperados, perdón, premio, etc. sin parar.
Si los padres no marcan su autoridad de una manera correcta, con fortaleza, comprensión, claridad y amor, serán presa fácil de un trastorno de personalidad que ya hemos conocido ampliamente y logra hacer mucho daño.
Los niños son dependientes, no pueden huir de la casa y arreglárselas solos, no pueden hacerlo. Cuando un niño se enoja y se va de la casa enojado, verás que al rato, está tocando la puerta pidiendo por favor entrar mientras derrama lágrimas. Descubrió que el mundo exterior no era tan amistoso como cuando salía con mamá y papá. Para la próxima no se irá tan frescamente y valorará el calor de hogar. Pero tampoco te burles de él o ella, porque sería humillarle, y eso genera más rencor y separación. Abre la puerta y trátalo normalmente.
Cómo haces para detener esas actitudes impropias y molestas que no has sabido controlar? Cómo haces cuando te obliga insistentemente a prestarle atención?
Puedes decirle mirando a los ojos serenamente, sin enojo: ahora No, mi amor no, No, ya fui claro/a y es NO.
Si le demuestras soporte, atención en ese preciso momento diciéndole NO, ahora No, de ese modo, lograrás detener la secuencia.
Aguántate por dentro pero no demuestres descontrol ni el sentirte desbordado-a.
Algo hay dentro de ese niño o niña que necesita encontrar armonía. Los psicólogos pueden ayudar pero los padres deben dar el primer paso como ejemplo para no entregarle a sus hijos modelos de conducta desproporcionados.
Si los padres se tratan de esa manera, con manipulaciones, agresiones, irrespeto, no pueden pretender hijos modelo de otras personas, pues los modelos primarios son ellos mismos.
Acaso te has preguntado porqué los niños actúan de un modo tan diferente con los abuelos o vecinos?
Imagen de Hai Nguyen Tien from Pixabay
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