El narcisista no patológico se comporta como una persona segura de sí misma, con una aparente autoestima muy alta, se siente ganador y gusta del poder social.
Es más egoísta que los demás pero es coherente, hay una línea pareja entre lo que piensa, siente y hace.
Siempre aparecerá como arrogante o altanero, egocéntrico, pero apegado a la realidad.
No será comprensivo, será manipulador, pero no peligroso.
El narcisista patológico tendrá todas esas características desajustadas. Como si tomáramos los controles de un ecualizador y subiéramos sus teclas en forma randomizada.
Se creerá único, no humano, de otro mundo.
Siente que no merece compartir con nadie, desprecia los objetos de amor, él será su único amor.
Tendrá episodios maníacos y episodios depresivos.
Comenzará a sufrir de ira, violencia descontrolada.
Se manifestará como una bestia atrapada en un laberinto de pasiones contrarias.
Sufrirá como nadie y odiará como nadie.
Será el peor enemigo que se pueda tener y el juez más implacable de todos los tiempos.
No tendrá reparo en nada cuando busque nivelar sus pérdidas energéticas, su rostro se transformará, sus ojos se inyectarán en sangre, su boca se llenará de saliva y de semi-Dios se convertirá en una bestia sedienta de venganza.
Su mente solo creará ardides, los cuales ajustará con detalles milimétricos.
Al final, se alejará de la realidad, ya no podrá tener un testimonio válido, sus caminos pensantes se cargarán de incoherencia y se habrá perdido a si mismo para siempre.
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