El comunicarse por internet a algunas personas les da una sensación de más libertad, seguridad y una cuota de fantasía.
Se pueden mostrar de una manera distinta a la habitual, pueden expresarse sin vergüenza de ser examinados a ojos vista, evitando miradas directas o de desagrado.
La persona se comunica sin tener que cuidar tanto su aspecto, sobre todo en chat.
No hay demasiadas alertas sensoriales como mal aliento, oler mal, lucir mal, incluso tener voz desagradable o ridícula si no hay videoconferencia.
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Las personas pueden crear un perfil totalmente alejado de su vida real, incluso crear una vida virtual paralela. Eso trae confusión y algunas consecuencias que deberán resolverse con la psicóloga después. Es como cuando un artista de cine o teatro se queda pegado a su personaje y su verdadero Yo se desdibuja con el tiempo.
Es un mundo creado casi a su medida, con amigos que no están a su alcance, pero le dan un espacio para integrarse. Eso le da ilusión, motivación, alegría y también mucha angustia cuando las respuestas son adversas o no llegan nunca.
Perder una cuenta de una red social es un duelo que si no estás preparado emocionalmente puede llevarte a sufrir la misma depresión que la pérdida de un ser amado.
No es un juego aunque lo parezca, puede llevar a desenlaces oscuros. Como en todas las cosas hay riesgos y se debería usar con responsabilidad y coherencia.
La comunicación en la vida real exige mucho más, es más difícil mentir o engañar, y es casi obligatorio dar la cara y asumir las consecuencias de tus actos.
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