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La hora de la verdad.

Las cosas no siempre son como quisieras, ni vienen en el momento oportuno.

Son como la anciana que espia detras de la cortina y espera encontrarte en algo comprometedor para compartir con el vecindario. Muchas veces los malos momentos estan al acecho y son como dagas que te atraviezan sin piedad sin dar tiempo a defenderte y se regocijan del sonido y quebranto de la hoja seca al pisarla en el suelo.



Nadie esta' libre de la sorpresa ni del sufrimiento y no siempre se puede actuar en forma permanente con valentia y decision. Muchas veces no se tienen fuerzas para continuar resistiendo cuando las fuerzas contrarias te superan con creces.


Hay una realidad intrinseca en todo ser humano y es que las emociones generalmente superan su racionalidad. Puedes haber hecho el razonamiento correcto, pero todo lo demas no te permite ejercerlo, porque no todas las personas pueden ser desechadas, no todas las realidades pueden ser cambiadas con solo desearlo.


Se han escrito muchos libros, reflexiones y poemas acerca de ello, pero realmente cada uno es su yo y su circunstancia y las cosas no se resuelven soplandolas para que vuelen mas lejos, pesan algo mas de lo necesario para ello.



Puedes cambiar tu actitud frente a los problemas para restarles peso o trascendencia, para dejarlos fluir mas armoniosamente hasta que la borra se asiente, pero eso lo logra uno mismo y cuando se vive con alguien mas el problema es compartido y si la actitud del otro no es acorde con la tuya, todo se estanca y se puede convertir en un torbellino de emociones encontradas.


La razon te dice salvate y las emociones y sentimientos no te lo permiten, las obligaciones hacen otro tanto y asi se te pasa tu hora.


Los sacrificios por los demas generalmente son en vano, tu tiempo generalmente no es valorado, tus palabras generalmente son usadas paradojicamente y el tiempo se va esperando un cambio que no llega porque eres tu quien no cambia.



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